Inicialmente, los temas que animaron a Karl Popper a investigar las cuestiones de índole científica fueron dos: en primer lugar, el problema de la demarcación, que en ese momento lo entiende como distinción entre Ciencia y Pseudociencia; y, en segundo término, el problema metodológico de la justificación de la inducción. Popper toma conciencia del primero de ellos en el año 1919, y trabaja sobre él durante los años siguientes; lo hace bajo el influjo de la lectura de la Crítica de la razón pura de I. Kant. Mientras que medita el segundo problema durante los años 1921 a 1926, y lo trata en su primer trabajo de investigación de 1927 al hilo de su estudio de David Hume.
La preocupación popperiana inicial por aquello que convierte en científica a una teoría aparece, pues, ligada a cuestiones de tipo socio-histórico –e, incluso, a facetas políticas– y de carácter psicológico. Esa preocupación no afectaba tanto a si esas teorías eran verdaderas o no como a la diferente manera de proponerlas.
Freud y la Psicología de Adler, veían justificaciones y confirmaciones de sus puntos de vista en cada nuevo hallazgo, fuera de la naturaleza que fuese. Para esos planteamientos, cuando alguien había aceptado sus presupuestos básicos, únicamente cabía alcanzar la verdad: sus enunciados sólo podían llevar a esa meta. Así, todo dato relacionado con sus presupuestos se convertía, de facto en una evidencia de confirmación y /o corroboración de modo que lo hallado era un punto de apoyo más para esa teoría, blindando los elementos conceptuales y argumentos que la sostienen desde la perspectiva de la vigencia de sus presupuestos, pues estos podían ser validados a través de ese contenido corroborable que lo sustenta frente a hipótesis empíricas? què lo niegan?.
Frente a la convicción de encontrar “verificaciones” para sus tesis a cada paso (en el caso del marxismo, el Psicoanálisis y la Psicología individual de Adler), Popper considera que no cabe argumentar sobre la base de confirmaciones definitivas de los hallazgos de la investigación. A su juicio, el que se pudiera dar con puntos de apoyo no significaba que eso fuera ya la justificación del conocimiento. Por eso, a partir de entonces, desconfía de la capacidad de obtener verificaciones (esto es, verdades empíricas) por parte de aquellos que sostienen una determinada teoría. Así, según él, por muchos datos disponibles que apoyen un enunciado en un determinado momento no es posible “verificarlo” de modo definitivo, si no más bien se refiere a la mayor cantidad de contenido corroborable que una teoría pueda poseer como elemento clave de su validación empírica, dejando por fuera aquellos elementos que en una teoría no pueden ser corroborados empíricamente dado su naturaleza introspectiva.
Con estas reflexiones personales sobre algunas concepciones que le influyeron en su juventud, Popper ponía las bases de su insistencia en el rechazo del dogmatismo en el terreno del conocimiento. Desde entonces argumentó que nunca podemos estar seguros de haber alcanzado una verdad definitiva respecto de algún tema concreto, aun cuando sean muchos los datos particulares que la apoyen en un momento determinado. Karl Popper adoptó la actitud crítica de Einstein frente a la actitud dogmática representada por el marxismo y los otros enfoques citados en Psicología.
Popper observó, pues, un enorme contraste entre la diferente manera de concebir la investigación por parte de Einstein y las posiciones del marxismo, el Psicoanálisis de Freud y la Psicología individual de Adler Einstein seguía la actitud crítica: al proponer una hipótesis hay que señalar hechos que puedan llevar al abandono de esa hipótesis. Al aplicar esto al problema de la demarcación entre Ciencia y Pseudociencia, Popper vio que el conocimiento científico se distinguía porque podía delimitar de un modo claro el papel de la contrastación, es decir, señalar cuándo no cabe sostener una determinada concepción. Este procedimiento para separar Ciencia y Pseudociencia sobre la base de un método de contrastación delimitaba a su juicio qué conocimientos eran más fiables que otros.
En consecuencia, el punto de partida del desarrollo intelectual de Popper no fue el establecer cuándo es verdadera una teoría, ni tampoco establecer cuándo es aceptable: el origen estuvo en distinguir con claridad el ámbito científico del no científico, desde su perspectiva. El asunto que preocupaba a Popper en este momento era la demarcación, entendida entonces como el problema de establecer una frontera entre dos tipos de conocimiento científico y pseudocientífico, de modo que a diferencia de los neopositivistas no sería el énfasis en la justificación del conocimiento científico, sino en la posibilidad de crítica lo que los diferenciaría.
El punto de partida de su interés por la actitud crítica ante el conocimiento le llevó entonces a evitar en lo posible la noción de “verdad”. Probablemente, en aquél momento consideraba que era propia de un tipo de conocimiento dogmático o que pretendía decir algo absoluto, definitivo. En su opinión, la Ciencia se caracterizaría por la actitud crítica lo que le lleva a descartar la omnisciencia o el conocimiento absoluto. Para Popper, primaba la ignorancia constitutiva del ser humano, una lección que aprendió de Sócrates.
Considera ya entonces que el conocimiento humano de la realidad es parcial. Es, además, incierto, pues podemos estar equivocados. Consecuentemente, el conocimiento humano es conjetural y, por eso, revisable en función de datos novedosos. Popper comienza su Filosofía con una de sus tesis epistemológicas más relevantes: el falibilismo como rasgo del conocimiento humano. Su preocupación inicial es, pues, epistemológica, aunque se convierte pronto en un problema lógico y metodológico, aspectos éstos que aparecerán también con la formulación del segundo problema: la inducción.
La concepción popperiana de la demarcación parte de una pregunta básica: ¿bajo qué condiciones admitiría que mi teoría es insostenible?”Esta cuestión tiene otras versiones: “¿cuándo debe ser considerada científica una teoría? o ¿hay un criterio para determinar el carácter o status científico?” (Como hacía Einstein con las hipótesis que formulaba). Se puede observar una dualidad entre un problema estrictamente metodológico la contrastabilidad , y un asunto claramente epistemológico el estatuto científico de las teorías. Parece que, en estos primeros pasos de su Filosofía, Popper no delimita bien estos dos ámbitos en las formulaciones de su problema de la demarcación.
En su actitud inicial sobre la demarcación durante esta etapa, Popper pasa del ámbito epistemológico al terreno metodológico. Esto tendrá consecuencias para el tema de la verdad: Popper no necesita otro concepto de verdad que el que proporcione la Lógica. Al comenzar con una concepción epistemológica falibilista, se está renunciando en principio a la posibilidad de un conocimiento verdadero; en tal caso, la noción de verdad se vuelve no problemática, porque es inalcanzable de hecho. Pero, como desde el punto de vista metodológico es preciso poder entender la noción de “verdad” para comprender la noción de “falsedad” que entraña la contrastación, Popper tiene que recurrir a un aspecto lógico de esa noción: las relaciones de deducibilidad que garantiza el modus total. Por eso, no trata abiertamente la noción de “verdad” desde la perspectiva epistemológica hasta 1960. Esta es una de las deficiencias de su enfoque durante la primera etapa de su Pensamiento, que provocará, además, las críticas de sus contemporáneos.
En este momento, se le plantea el problema de la verdad en esos tres planos lógico, epistemológico y metodológico. Sin embargo, no alcanza a ver otros aspectos del enfoque sistemático, como la perspectiva semántica, por la cual un enunciado es verdadero si existe una adecuación entre la realidad y el contenido semántico expresado por la proposición. En este momento inicial de su desarrollo intelectual tampoco le importa el aspecto ontológico, según el cual la realidad es fuente de verdad. No obstante, el aspecto ético de la verdad sí está presente en sus planteamientos iniciales, pues rechaza la actitud de, por ejemplo, Adler relatada anteriormente. En efecto, piensa que no es la adecuada de un científico. En cambio, sí valora muy positivamente la actitud de Einstein, al que pone como modelo de actuación (lo que también permite una lectura desde una perspectiva de Ética endógena de la Ciencia)
Parece también que existe en Popper un trasfondo de Axiología de la investigación (hay unos valores cognitivos en la Ciencia), que está relacionado con el problema de la demarcación, porque los valores que están involucrados en el trabajo de las pseudociencias son inadecuados: su camino es errado, pues quieren mostrar que conocen cuando no saben nada, lo cual comporta una evaluación negativa de esa actitud (dogmática).
1.2. La revisión de Popper de sus primeras ideas sobre la inducción
Popper se ocupó del problema de la inducción durante su periodo de formación filosófica y en gran parte de su trayectoria. Intuyó, en efecto, la enorme importancia de este problema lógico y metodológico. Consideró que no forma parte del carácter científico el procurar una justificación de nuestras concepciones en virtud de la acumulación de gran cantidad de datos en su favor. Esto venía acompañado por la idea según la cual la Ciencia ha de formular teorías muy arriesgadas que indiquen siempre las condiciones que las hagan falsas (contrastabilidad). Estas dos ideas llevan al problema de la inducción.
El método inductivo, según una presentación muy general, consiste en sostener la posible verdad de un enunciado dada la acumulación de otros enunciados que lo apoyan. Para un defensor del método inductivo (sobre todo, sumativo), una proposición es verdadera si encuentra un gran apoyo empírico en su favor, por medio de la acumulación de muchos casos descritos por esa proposición.
Por la misma razón, esa proposición también se puede considerar científica. Pero Popper no vio al principio la conexión entre el problema de la demarcación y el problema de la justificación lógica de la inducción como método. A comienzos de los años veinte, comenzó a analizar el segundo de los problemas, que se convirtió en un punto relevante en su formación intelectual.
El joven Popper aborda el problema de la posibilidad o no de la justificación de la inducción como método de adquisición del conocimiento poco tiempo después de su preocupación por la demarcación. Al mismo tiempo que perfilaba su particular concepción del aprendizaje, que posteriormente expuso en su primera Tesis, llevó a cabo sus investigaciones sobre el problema de la inducción. De ella se ocupa en ese trabajo de investigación. Su interés por este tema le condujo al estudio de la obra de uno de los críticos más importantes de la inducción: David Hume. Pero quedó insatisfecho con la solución humeana, porque, aun cuando aceptó las críticas de Hume a la inducción desde el punto de vista lógico, no le satisfizo suficientemente la solución de corte psicológico que éste dio al problema de la justificación de la inducción.
Hume justifica la inducción sobre la base de la existencia de ciertos hábitos mentales por los que los seres humanos captan las regularidades de su entorno en función de la repetición de ciertos fenómenos. Para Popper, esta solución humeana no resuelve realmente el problema de la validez de la inducción. A su juicio, está equivocada en cuanto a que basa el origen de los hábitos o de la búsqueda de regularidades por parte de la mente en la idea de repetición.
Las regularidades de las que habla Hume pueden explicarse a partir de expectativas que luego la experiencia desecha, en función de su adecuación o no a la conducta del individuo y a sus necesidades vitales en el momento. En tal caso, el organismo prueba primero lo que él mismo ha prefigurado previamente en su interior, como se ha observado en animales y niños pequeños a los que, en su corta vida, no les ha dado tiempo a repetir muchas experiencias sobre un aprendizaje concreto Además del rechazo a la mera repetición, Popper añade una crítica más importante desde un punto de vista lógico. Según esta segunda crítica, la misma argumentación psicológica de Hume se ve afectada por el vicio del regreso infinito, un rasgo que ya había visto al abordar la imposibilidad de explicación lógica del método inductivo.
La noción central de la explicación psicológica de Hume es la idea de “hábito por repetición”, debida a la similitud de unos casos con otros. Pero Popper piensa que la similaridad entre los casos se da para el sujeto que actúa según el hábito. Así, hay una expectativa por la cual se entiende la similitud entre varios casos, que es anterior a la repetición de éstos, y, consecuentemente, al hábito que deriva de ellos. En este sentido, si queremos explicar la expectativa en que se basa un determinado hábito, se ha de recurrir a otra expectativa anterior que la fundamente, y, de esta manera, la propia cadena de fundamentaciones puede caer en un regreso al infinito.
Esas intuiciones sobre la solución psicológica de Hume al problema de la inducción son el punto de partida de Popper cuando escribe su primer trabajo de investigación, que presentó inacabado en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Viena en 1927. Popper quería encontrar una solución lógica de este problema, pero no la encontró en el Pensamiento de Hume, pues su explicación era psicológica.
En la fase inicial de su Pensamiento, la incursión en el problema de la inducción es relevante para su planteamiento del concepto de verdad. Aunque no trata explícitamente del asunto, se puede inferir su posición acerca del tema, pues su manera de plantear las dificultades de la inducción deja poco espacio a la noción de verdad epistemológica o metodológica, ya que parece que no puede ser conseguida. Su planteamiento, primariamente lógico, junto con su Interés por la Psicología en términos del estudio del papel de las expectativas de los individuos en el aprendizaje conlleva que no sea básico utilizar la noción de verdad como contenido cognitivo o meta final de las investigaciones. Si los individuos (animales o humanos) parten en su conocimiento de expectativas, cuya efectividad miden después con la experiencia, puede ser suficiente la noción de “falsedad”
Estas ideas se podían aplicar también a la Ciencia, como hizo a partir de 1929. Desde el punto de vista metodológico, el aumento del conocimiento no se entendería como la acumulación de datos empíricos, sino mediante la corrección de los errores derivados de la refutación de nuestras conjeturas (que, en cuanto tales, son lógicamente anteriores a la experiencia). De manera que no parece necesaria una noción de verdad en este esquema, pues es suficiente con las nociones de “falsedad”, “error” o “falta de ajuste” entre las expectativas y la experiencia.
Sin embargo, desde ese momento inicial del Pensamiento de Popper, se observa una deficiencia epistemológica en torno a la cuestión de la verdad, una deficiencia que procurará subsanar más tarde. Porque no explica cómo podemos saber si la información empírica, aquella que es utilizada para la contrastación de las conjeturas que ponemos a prueba, posee un fundamento real o no, es decir, si corresponde o no a algo externo.
Desde el principio, sus planteamientos necesitan una noción de verdad, así como un realismo epistemológico para poder completar su esquema de prueba y error como explicación del conocimiento, tanto científico como ordinario. Como en el caso de la consideración del problema de la demarcación, posiblemente, no trató esta cuestión de la verdad durante estos años debido a que hacerlo podría suponer a su juicio una concesión al Pensamiento dogmático, que tenía una base inductiva. Por supuesto, no hay preocupación por los aspectos de la verdad semántico y ontológico, puesto que éstos excedían con mucho sus pretensiones iniciales.
Como se ha podido observar, el intento de solución de los dos problemas iníciales de la Filosofía de Popper demarcación e inducción se da durante el desarrollo de sus estudios sobre dos disciplinas: la Pedagogía, primero, y la Psicología del pensamiento, después. Estos estudios fueron un paso más en el acercamiento a las posturas que después desarrolló en la Filosofía y Metodología de la Ciencia.